miércoles, 1 de enero de 2014

Epidemiología segunda parte

¿Cómo controlar una epidemia?
Cuando una enfermedad afecta a un gran número de personas, es indispensable controlarla (controlar a propagación y generación de nuevos casos). Pero en la gran mayoría de los casos el control de estas enfermedades es complejo. Para actuar de manear inteligente se deben seguir ciertos pasos que afectarán a la propagación de la enfermedad en la población.

Conociendo a la enfermedad
Un punto muy importante para poder controlar una enfermedad es conociéndola. Esto, a pesar que parezca obvio, puede no serlo. Es importante saber cuál es el ciclo de la enfermedad, cuanto tiempo está dentro del hospedador, qué órganos ataca y cómo, si posee algún reservorio en la naturaleza y cómo se desarrolla en el, cómo se transmite y qué tan contagioso es. Las enfermedades más peligrosas son aquellas donde estas preguntas no pueden ser respondidas. Una enfermedad que ataca de manera indefinida a su hospedador no puede ser bien diagnosticada. No saber cuáles son los órganos blanco impiden saber cuál es la vía de ingreso del patógeno al hospedador. Si no se conoce el mecanismo por el cual el patógeno ataca un determinado órgano será más difícil vacunarlo. Si el patógeno no tiene un reservorio claramente identificable, ¿de dónde proviene? Y en el caso de desconocer la forma de transmisión, ¿qué medidas de prevención se pueden sugerir a la población? Como pueden darse cuenta, este no es un problema sencillo.

Medidas de control
Una vez que se conoce al patógeno que causa la enfermedad es posible generar medidas de control para evitar que la enfermedad se propague (se disperse en la población). Estas medidas pueden ser a 2 niveles: a nivel individual y a nivel poblacional. En todo caso la principal diferencia entre estos dos niveles es que el nivel individual requiere del compromiso de la persona y no es obligatorio, al contrario del nivel poblacional.
  • Nivel individual: En este nivel se apela a la buena voluntad y sentido común de las personas. En el caso de un patógeno se espera que cada persona extreme las medidas de higiene personal (lavado de manos y cuerpo, uso de desinfectantes portátiles como alcohol en gel u otros, uso de barbijos), la higiene de su hogar (evitar acumular basura dentro y en los alrededores de su casa), la desinfección de las fuentes de agua (clorado), precaución en la manipulación e ingesta de alimentos (cocción, evitar consumir conservas caseras y otros) y, en el caso de una epidemia riesgosa, evitar salir del hogar si no es necesario. De la misma manera, ante la presencia de síntomas se debe evitar exponerse a otras personas para no ser fuente de contagio. En última instancia se le solicita a las personas vacunarse contra el patógeno en el caso de que exista una vacuna. A pesar que estas normas están diseñadas para proteger a las personas, en la mayoría de los casos no son cumplidas.
  • Nivel poblacional: En este nivel el estado regula las actividades de tal manera que se pueda evitar la propagación masiva de un determinado patógeno. Algunas de las medidas son similares a las que se dan a forma individual: desinfección de aguas de consumo, control de los alimentos, proveer a la población con equipos básicos de control (barbijos, guantes, desinfectantes), pero la escala es mayor. El estado es capaz de forzar el aislamiento de las personas a través del cierre administrativo. Esto implica cerrar las escuelas, edificios públicos, bancos, restaurantes o cualquier punto de aglomeración poblacional. En el caso de que se necesiten medidas más extremas el estado es capaz de cuarentenar a la población a través del cierre de las vías de acceso a la población. Estas medidas requerirán de las fuerzas armadas (ejército y gendarmería) y son impuestas por la fuerza a la población. Por último el estado es capaz de disponer la captura y eliminación de los vectores del patógeno en caso de existir.

Inmunización
Un factor importante en la prevención de una enfermedad es la inmunización. La inmunidad es la habilidad de un hospedador a resistir de manera eficiente el ataque de un patógeno determinado. La inmunidad a una determinada enfermedad puede ser adquirida hereditariamente o ser propia del individuo, pero esto representa la minoría de los casos (menos del 1,5 % de la población).
La inmunidad puede ser adquirida por el resto de la población de 2 maneras: la inmunización pasiva y la inmunización activa. La inmunización pasiva se basa en contagiarse de una enfermedad. Si el individuo sobrevive adquiere inmunidad. Pero esto debe ser realizado con muchas precauciones. La principal es saber si la enfermedad tiene un alto rango de mortalidad. Por otro lado es importante saber cuáles son los cuidados básicos una vez que la persona se enferma para que su condición no se deteriore. Antiguamente las personas llevaban a sus hijos a las casas de niños con varicela para que se contagien y se inmunicen. Aunque la enfermedad tiene un bajo rango de mortalidad, hubieron varias muertes por esta práctica. La inmunización activa se realiza a través de la vacunación del probable hospedador. Esta técnica es mucho más segura y efectiva, aunque también posee riesgos.

Vacuna
Ya que hemos definido tantas cosas, es un buen momento para definir lo que es e implica una vacuna. A pesar que la gran mayoría de las vacunas se aplican al torrente sanguíneo mediante una inyección hipodérmica, no todas las vacunas se inyectan. Algunas se aplican sobre zonas de rápida absorción como las vías respiratorias (pulmón-torrente sanguíneo), las conjuntivas (irrigación ocular-torrente sanguíneo) y el sistema gastrointestinal (boca-estómago-torrente sanguíneo). Es importante que el complejo de la vacuna llegue al torrente sanguíneo, ya que este lo distribuirá por todo el cuerpo y activará el sistema linfático, que es nuestro sistema defensivo. El sistema inmune humano se basa en un circuito anexo (alternativo) al sanguíneo que se constituye por un sistema glandular y vasos linfáticos. A través de estos vasos linfáticos el sistema inmune se comunica con el torrente sanguíneo. En otra clase se detallará más sobre el sistema inmune humano.

¿Pero que es una vacuna exactamente? En realidad, todas las vacunas son diferentes en su composición. Algunas vacunas son hechas con un patógeno atenuado. Para ponerlo en palabras sencillas, un patógeno atenuado es un microorganismo que ha sido atontado. Por ejemplo, en el caso de una bacteria esto se logra con compuestos químicos que degradan parcialmente la pared de la bacteria, volviéndola vulnerable o impiden la formación de flagelos que le permitan moverse. Otra forma de vacuna es usar partes del patógeno. Esto genera un reconocimiento del sistema inmune sobre esas partes, lo que genera que el patógeno sea rápidamente reconocido y neutralizado si intenta ingresar luego. Por último la vacuna puede estar hecha de las toxinas que produce un determinado patógeno. Estas toxinas ingresan a nuestro torrente sanguíneo donde pasan a ser antígenos. Un antígeno es una sustancia extraña que será reconocida por un anticuerpo específico. En el caso del humano un anticuerpo se denomina inmunoglobulina. Nosotros tenemos 5 tipos de inmunoglobulinas (IgA, IgG, IgM, IgE e IgD) que a su vez pueden combinarse de distintas maneras. Esto hace que nuestro sistema inmune sea capaz de reconocer una gran cantidad de sustancias ajenas al cuerpo (se estima que las inmunoglobulinas son capaces de detectar 1 X 1011 antígenos diferentes, o sea 100000000000 o cien mil millones). Una vez que nuestro sistema inmune detectó un antígeno, lo guarda en su memoria facilitando su reconocimiento en otra ocasión.

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