Desinfección
Vs. Tratamientos farmacológicos
Cuando se
desinfecta un objeto inanimado se trata de no dañarlo en el proceso.
Para esto se analizan las características fisicoquímicas del objeto
y se selecciona el mejor proceso de desinfección. Es muy común que,
para la eliminación de microorganismos en objetos inanimados, se
utilicen métodos que destruyan la pared celular. Algunos ejemplos
son los detergentes, los tensioactivos y las sustancias degradadoras
de grasas y proteínas.
En cambio
cuando hablamos de desinfectar un ser vivo lo esencial será dañar
lo menos posible al organismo hospedador (el paciente) y lo máximo
posible al huésped (patógeno). Para el tratamiento de pacientes se
suelen utilizar tres tipos de fármacos agresivos contra los
patógenos más comunes del hombre. Todos ellos llevan el sufijo
“anti” que significa “contra” pero que no establece
claramente su acción. Estos son antivirales, antimicóticos y
antibacterianos. En última instancia todos estos son denominados
antibióticos, ya que actúan en contra de la vida de aquellos
que se ven afectados por su presencia.
Los
antibióticos
Penicillum notatum: el hongo de la penicilina |
Un
antibiótico, como lo indica su nombre, es un compuesto químico que
atenta contra la vida de un microorganismo en particular. Anti
implica contra y biótico implica vida. La mayoría de los
antibióticos son compuestos naturales provenientes de los
microorganismos. Tal vez el antibiótico más conocido sea la
penicilina (purificada en un principio del hongo Penicillun
notatum). Químicamente un antibiótico natural es una enzima.
Las enzimas son responsables de distintos procesos metabólicos,
entre los más comúnes del tipo catabólico (destrucción de
moléculas complejas). Una enzima pectinolítica (causante de la
lisis o la descomposición de la pectina) será capaz de descomponer
la pectina, por ejemplo, presente en un concentrado de jugo. De la
misma manera, una enzima lipolítica degradará la grasa presente en
la membrana de un microorganismo (o sea, degradará la bicapa
lipídica).
Pero, ¿por
qué razón un microorganismo produciría un compuesto químico que
atente contra la vida de otro? Como siempre en la naturaleza el orden
natural es comer o ser comido. Suena un poco feo dicho de ese modo,
pero la naturaleza ha obligado a los seres vivos a defenderse de sus
vecinos (en la cima podemos encontrarnos a nosotros habiendo llegado
al límite de modificar el medio ambiente mismo). Los microorganismos
no se encuentran en una situación muy diferente a la del resto de
los seres vivos de este planeta. La diferencia es que su lucha es de
célula a célula. Algunos microorganismos son capaces de comerse a
otros (un proceso denominado fagocitosis). Otros confían en
el número y en la movilidad. Algunos han comenzado la guerra
química. Y estos últimos son los capaces de producir compuestos
antibióticos. Por lo tanto ahora comprendemos que la producción de
compuestos antibióticos por parte de los microorganismos surge de la
necesidad de defenderse de otros.
Clasificara
los antibióticos no es tarea fácil. Todo depende del criterio que
empleemos para este fin. Podemos comenzar definiendo a los
antibióticos de acuerdo al grupo que atacan. En este aspecto tenemos
3 opciones: antibacterianos, antifúngicos (o antimicóticos)
y antivirales. Los últimos son más complejos y, a pesar de
su nombre, no necesariamente evitan el ataque de los virus sino que
lo modulan. Los antibacterianos son antibióticos que actúan sobre
bacterias y los antifúngicos (o antimicóticos) actuan sobre los
hongos. El término que se emplea se relaciona con la etimología de
la palabra. Al decir antifúngico se hace referencia al Reino
Fungi (según la clasificación de Whittaker), mientras que al
decir antimicótico se hace referencia a los hongos en general, cuya
denominación en griego es mycos.
Otra forma de
clasificación es según el efecto que ejercen sobre el
microorganismo en cuestión. En este aspecto tenemos dos opciones:
los -sidas y los -estáticos. En realidad esta es la terminación de
la palabra con la cual podemos definir el efecto del antibiótico.
Por ejemplo, si un médico receta un antibiótico tipo bactericida,
este antibiótico matará a las bacterias. Por otro lado si receta
un fungistático, el antibiótico detendrá la proliferación del
hongo susceptible al antibiótico. La diferencia entre recetar un
antibiótico tipo -sida o tipo -estático dependerá de la estrategia
que evalúe el profesional médico. Al recetar un antibiótico que
detiene la proliferación de un microorganismo patógeno pero que no
lo mata, el médico está buscando que sea el sistema inmune del
hospedador el que se defienda. Esto puede servir para que el
hospedador se vuelva resistente al patógeno. Si el patógeno fuese
muy agresivo y el paciente no pudiese defenderse del ataque, el
profesional médico elegirá un antibiótico tipo -sida, para así
preservar la vida del hospedador.
Por último se
puede catalogar a los antibióticos según su familia de compuesto
activo. Esto es más complejo, pero al mismo tiempo es más conocido
por el hecho de que se utiliza comúnmente. Aquí podemos encontrar a
las familias de las penicilinas, las cefalosporinas, las quinolas,
los nitroimidazoles y otros tantos.
El efecto de
los antibióticos
El efecto de
un antibiótico determinado se divide en 2 partes. El efecto primario
y el efecto secundario:
- Efecto primario
El efecto
primario de un antibiótico será el que ejerce directamente sobre un
microorganismo patógeno. De acuerdo a si el antibiótico es de tipo
-cida o de tipo -estático, podremos esperar cualquiera de las 2
situaciones. En general los antibióticos actúan sobre el exterior
de la célula o sobre el material genético de la misma. Por lo tanto
los antibióticos impedirán la generación de pared o membrana (lo
que impide la multiplicación del patógeno), degradará la membrana
plasmática, destruirá parcial o totalmente el ADN o desnaturalizará
los ribosomas. Cualquiera de estas opciones generará un fuerte daño
sobre el microorganismo patógeno.
- Efecto secundario
El efecto
secundario refiere al daño que ejerce el compuesto sobre el
hospedador. Este efecto está relacionado principalmente con la dosis
y el efecto del antibiótico sobre las células del hospedador
(toxicidad) o sobre la flora normal del mismo (amplitud del efecto
antibiótico). Cuando se suministran dosis bajas y de corta duración
(2 o 3 días de tratamiento) de antibióticos, los efectos
secundarios suelen ser despreciables. Por ejemplo el uso de
penicilina como antibiótico general (la penicilina es un
bacteristático de amplio espectro), el cual tiene pocos efectos
adversos y se suele utilizar inclusive a nivel pediátrico. Sin
embargo, el uso indiscriminado de este antibiótico ha producido un
decrecimiento elevado en su capacidad antibiótica, obligando a los
médicos a aumentar las dosis y la frecuencia. Inicialmente la
dosificación era muy baja y su efecto era tan elevado que los
médicos comenzaron a creer que estaban diagnosticando mal las
enfermedades. Actualmente la dosis recomendada para un adulto por
toma es de 1200000 unidades internacionales, hasta 2 veces por día.
Los efectos secundarios de los antibióticos dependen de cada uno de
ellos y van desde nauseas y vómitos hasta trombosis y convulsiones
(incluyendo la muerte como efecto colateral).
Toxicidad selectiva de los antibióticos
Lo
más importante de un antibiótico es su toxicidad selectiva. Esto
implica que el efecto tóxico se verá reflejado sobre el
microorganismo patógeno y no sobre el paciente. Un ejemplo muy común
son los antibióticos que atacan la formación de las paredes de
peptidoglicanos de las bacterias. Como el hospedador no posee este
tipo de pared celular, el efecto del compuesto se reduce al causado
sobre el patógeno (por ejemplo el cloranfenicol). La toxicidad
selectiva del antibiótico se puede expresar en 2 parámetros:
- La dosis terapéutica (nivel del fármaco necesario para el tratamiento)
- La dosis tóxica (nivel de fármaco que genera efectos secundarios)
Asimismo, los
fármacos utilizados pueden tener un espectro de acción más amplio
o más reducido. Un antibiótico de espectro reducido afectará a una
gama pequeña de agentes patógenos. Algunas veces llega a ser
genero-específica. Al contrario un antibiótico de amplio espectro
será efectivo contra una gran variedad de agentes patógenos. Por lo
general los antibióticos de espectro reducido suelen ser más
eficientes que los de amplio espectro.
Dosificación
Un aspecto muy
importante es definir las dosis sobre las cuales el compuesto es
efectivo o no. Las dosis pueden separarse en 2 clases.
- Concentración inhibitoria mínima de crecimiento (CIM): Es la concentración más baja del antibiótico que inhibe el crecimiento del patógeno pero no lo mata.
- Concentración letal mínima (CLM): Es la mínima concentración de un compuesto que mata al organismo. Por lo general se estudia la muerte de una proporción de la población en un tiempo determinado. Por ejemplo la CLM que mata a la mitad de la población en 1 día se la denomina CLM50-24 (50% en 24 hs).
La
dosificación de un compuesto antibiótico es cosa seria y no debe
ser administrado sin prescripción médica, ya que los efectos
adversos pueden ser complejos. Asimismo, los medicamentos pueden
interaccionar entre ellos con distintos efectos (en el prospecto de
los medicamentos esto se encuentra como interacciones
medicamentosas). Las dosis recetadas por los médicos tienen como
finalidad causar el efecto deseado con la menor dosificación
necesaria para el tipo de enfermedad y la sintomatología presente.
Una dosis mayor no necesariamente implica una mejor cura de una
enfermedad.
Riesgos
de la automedicación
“¿Qué
mal podría causarme tomar este antibiótico, si seguramente lo que
me aqueja es curado por el?” En primera instancia determinar el
causal de una enfermedad es algo complejo y que requiere tiempo. Una
gastroenteritis podría estar causada por Helicobacter pylori,
con lo cual podrían utilizar los antibióticos claritromicina,
amoxicilina y tetraciclina. Sin embargo la gastroenteritis podría
estar causada por otras bacterias (como Escherichia coli),
virus (como los rotavirus), el desbalance de la flora intestinal, una
intoxicación alimenticia o incluso el estrés.
¿Pero
qué efecto negativo podría generar la ingesta de un antibiótico
que, en general, nos cura de las enfermedades? No olvidemos que los
antibióticos matan a las bacterias sensibles. El uso de antibióticos
de amplio espectro como la amoxicilina puede causar el desbalance de
la biota normal intestinal, lo que puede degenerar en un cuadro
clínico aun peor. Los antibióticos suelen ser abrasivos para el
epitelio intestinal aumentando la probabilidad de ulceraciones. El
tratamiento prolongado genera gastritis en los pacientes. Y lo pero
de todo, los antibióticos pueden ser resistidos por bacterias
inespecíficas. Un ejemplo puede ser la resistencia adquirida a la
amoxicilina por la bacteria Lactobacillus casei. Esta bacteria
es parte de nuestra biota normal y su presencia es muy beneficiosa
para nuestro organismo. Al ser agredida con amoxicilina, esta
bacteria puede ganar una resistencia genética a la misma. El
problema radica en que las bacterias pueden transferirse información
genética a través de los plásmidos (estructuras genéticas
circulares que se transfieren entre bacterias a través del proceso
de conjugación). Si la resistencia a la amoxicilina pasara de
Lactobacillus casei a Helicobacter pylori, entonces
sería imposible combatir a esta bacteria con este antibiótico. El
paso siguiente es utilizar antibióticos más agresivos, los cuales
resultan ser más agresivos para el paciente también.
Por
todas estas razones es muy importante no automedicarse y buscar el
asesoramiento de un médico clínico. En última instancia será el
quien pueda decirnos si debemos preocuparnos realmente o no de la
posibilidad de una infección patogénica.
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