Cuando hablamos de “ambientes
acuáticos ácidos” no podemos pasar por alto la palabra “acidez”. Pese a que
suene obvio, los ambientes acuáticos ácidos tienen un pH bajo en comparación
con un ambiente no acidificado. Por definición los ambientes acuáticos ácidos
son todos aquellos con un pH inferior o igual a 3. Tal vez esto
pueda no significar mucho hasta que uno prueba el agua de un río como el Río
Agrio, en la localidad de Caviahue (Noroeste de Neuquén) y nota un claro gusto
a limón.
Pero, ¿existen distintos tipos de
ambientes acuáticos ácidos? Esto es de vital importancia ya que cuando uno
piensa en un “ambiente alterado” como lo es un ambiente acuático ácido, supone
inmediatamente que es un ambiente contaminado y que su responsable es, sin
lugar a dudas, el hombre. Pero en realidad existen dos tipos de ambientes
acuáticos ácidos: los naturales y los artificiales.
Los ambientes acuáticos ácidos
naturales se generan por dos formas principales: la actividad geotermal y la actividad
biológica. Ambos ambientes comparten la característica de ser muy antiguos y
estables en el tiempo. Un ambiente acuático ácido generado por fuentes
geotermales puede tener cientos de miles de años. Por su parte los ambientes
acuáticos acidificados por la actividad biológica requieren de grandes lapsos
de tiempo por lo que también perduran en el tiempo. Estos ambientes han sido de
gran interés para los científicos debido a la posible vinculación de estos
ambientes con condiciones primitivas de la Tierra y para la investigación en el
campo de la Exobiología (la vida de microorganismos fuera de la atmósfera
Terrestre o en otros planetas como por ejemplo Marte).
Los ambientes acuáticos ácidos
artificiales son generados por la actividad del hombre (actividad antrópica) de
diversas maneras. La más común es la minería, en la cual el terreno es
transformado a fin de extraer los metales. En el mismo proceso de extracción se
generan pilas de material inútil que terminan expuestas a las condiciones
ambientales. Algunas sales sulfuradas en contacto con agua liberan el azufre y
generan ácido sulfúrico. Este ácido es el responsable de acidificar los
ambientes acuáticos aledaños. Por su parte la minería utiliza ácido clorhídrico
para liberar los metales de interés de los minerales. Este ácido luego ingresa
a los ambientes acuáticos aledaños. Por último, cuando las minas son
abandonadas por la falta de productividad, suelen inundarse permitiendo la
liberación de más ácido y contaminando las napas de agua y los ambientes
acuáticos cercanos.
Es muy importante destacar que el
ácido ataca a los minerales disolviendo a los metales que, de otra manera,
precipitarían en el agua. Esto representa un alto riesgo para la agricultura,
la ganadería y las fuentes de agua potable utilizadas por las poblaciones
cercanas a las minas y es el foco de preocupación de los investigadores. Para
solucionar esta situación se han buscado un gran número de soluciones
utilizando principalmente una aproximación química. Pero los métodos químicos
resultan costosos e ineficientes al momento de eliminar bajas concentraciones
de metales peligrosos de las aguas. Más recientemente se ha comenzado con la
aproximación biológica para la solución del problema con un proceso denominado
“Bioremediación”.
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