jueves, 27 de junio de 2013

Los ambientes acuáticos ácidos

                       Cuando hablamos de “ambientes acuáticos ácidos” no podemos pasar por alto la palabra “acidez”. Pese a que suene obvio, los ambientes acuáticos ácidos tienen un pH bajo en comparación con un ambiente no acidificado. Por definición los ambientes acuáticos ácidos son todos aquellos con un pH inferior o igual a 3. Tal vez esto pueda no significar mucho hasta que uno prueba el agua de un río como el Río Agrio, en la localidad de Caviahue (Noroeste de Neuquén) y nota un claro gusto a limón.


            Pero, ¿existen distintos tipos de ambientes acuáticos ácidos? Esto es de vital importancia ya que cuando uno piensa en un “ambiente alterado” como lo es un ambiente acuático ácido, supone inmediatamente que es un ambiente contaminado y que su responsable es, sin lugar a dudas, el hombre. Pero en realidad existen dos tipos de ambientes acuáticos ácidos: los naturales y los artificiales.
            Los ambientes acuáticos ácidos naturales se generan por dos formas principales: la actividad geotermal y la actividad biológica. Ambos ambientes comparten la característica de ser muy antiguos y estables en el tiempo. Un ambiente acuático ácido generado por fuentes geotermales puede tener cientos de miles de años. Por su parte los ambientes acuáticos acidificados por la actividad biológica requieren de grandes lapsos de tiempo por lo que también perduran en el tiempo. Estos ambientes han sido de gran interés para los científicos debido a la posible vinculación de estos ambientes con condiciones primitivas de la Tierra y para la investigación en el campo de la Exobiología (la vida de microorganismos fuera de la atmósfera Terrestre o en otros planetas como por ejemplo Marte).
            Los ambientes acuáticos ácidos artificiales son generados por la actividad del hombre (actividad antrópica) de diversas maneras. La más común es la minería, en la cual el terreno es transformado a fin de extraer los metales. En el mismo proceso de extracción se generan pilas de material inútil que terminan expuestas a las condiciones ambientales. Algunas sales sulfuradas en contacto con agua liberan el azufre y generan ácido sulfúrico. Este ácido es el responsable de acidificar los ambientes acuáticos aledaños. Por su parte la minería utiliza ácido clorhídrico para liberar los metales de interés de los minerales. Este ácido luego ingresa a los ambientes acuáticos aledaños. Por último, cuando las minas son abandonadas por la falta de productividad, suelen inundarse permitiendo la liberación de más ácido y contaminando las napas de agua y los ambientes acuáticos cercanos.
            Es muy importante destacar que el ácido ataca a los minerales disolviendo a los metales que, de otra manera, precipitarían en el agua. Esto representa un alto riesgo para la agricultura, la ganadería y las fuentes de agua potable utilizadas por las poblaciones cercanas a las minas y es el foco de preocupación de los investigadores. Para solucionar esta situación se han buscado un gran número de soluciones utilizando principalmente una aproximación química. Pero los métodos químicos resultan costosos e ineficientes al momento de eliminar bajas concentraciones de metales peligrosos de las aguas. Más recientemente se ha comenzado con la aproximación biológica para la solución del problema con un proceso denominado “Bioremediación”.

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